Compartir

Inteligencia Emocional: Una prioridad presente y futura para las organizaciones y su crecimiento

Noviembre, mes temático del crecimiento empresarial en EXECyL

    De la mano de nuestro socio Eclosion Coaching y su fundador, Pablo Villanueva Alonso, llega una nueva publicación al mes temático de noviembre. A continuación, compartimos un interesante artículo en el que Pablo reflexiona sobre cómo la inteligencia emocional supone una herramienta indispensable para el éxito, el crecimiento y el bienestar organizacional. ¡No te lo pierdas!

     

    Inteligencia Emocional: Una prioridad presente y futura para las organizaciones y su crecimiento

      A pesar de la popularidad que tuvo la Inteligencia Emocional (IE) en el mundo empresarial hace veinticinco años, muchos de sus beneficios permanecen hoy desconocidos, o sin aprovechar, por gran parte de las organizaciones en su camino hacia la excelencia.

      Salvo destacables excepciones, da la sensación de que una buena parte de los entornos laborales se han conformado con los planteamientos más puramente superficiales y efectistas. Aunque, por otro lado, también podemos recabar numerosos estudios e investigaciones que mensualmente publican y subrayan la importancia de la gestión emocional. No debemos ser ingenuos, los grandes cambios llevan tiempo, concienciación e insistencia. Sin embargo, parece que estamos llegando al momento en el que contemplar con atención y rigor el papel que juegan las emociones en el ámbito del trabajo.

      Parémonos a reflexionar sobre cómo nuestra insuficiente proactividad en el desarrollo preventivo de la inteligencia emocional ha dificultado, por ejemplo, la respuesta que hemos podido dar, o estamos dando, a ciertos retos. Piénsalo. Un ejemplo podría ser la reciente pandemia; como también podría serlo el entorno cada vez más incierto en el que nos movemos individual y organizativamente. Personas y empresas hemos hecho esfuerzos, incluso notables sobreesfuerzos, para salir adelante. Y es ahora cuando empezamos a notar las réplicas emocionales negativas que nos facturan por dichos retos. No hay más que acudir a cualquier informe sobre salud mental o riesgos psicosociales1 que esté fechado en el último año para recabar lo que, lamentablemente, se nos revela con contundencia.

      Es cierto que, como mencionaban Spector y Johnson2 en un estudio de 2006, quizá “no haya ningún concepto en las ciencias sociales que haya suscitado más controversia e incomprensión en los últimos años como lo ha hecho la IE». Sin embargo, las pruebas acumuladas a lo largo de casi tres décadas de investigación son ahora irrefutables:

      • La IE es medible.
      • La IE se relaciona positivamente con el rendimiento, el compromiso, el bienestar y los aspectos ligados a la optimización del liderazgo en las organizaciones.
      • La IE puede desarrollarse y entrenarse.

       

      La IE como herramienta para el crecimiento empresarial

        Evitando entrar en un recorrido exhaustivo sobre la historia de la Inteligencia Emocional, sus definiciones, esferas o competencias asociadas, sí me gustaría compartir breves reflexiones que argumenten cómo la inteligencia emocional se posiciona hoy como un factor crítico de éxito en el crecimiento y bienestar organizacional.

        El crecimiento empresarial precisa que las posiciones de liderazgo y responsabilidad las desempeñen personas maduras y emocionalmente equilibradas. En España los problemas de salud mental afectan a una de cada cuatro personas a lo largo de su vida. Cerca de un 30% de la población adulta tiene problemas de conducta y, según el Profesor Luis Huete, “un buen número de personas en puestos de responsabilidad laboral padecen la enfermedad del poder”3. Dicha enfermedad, también denominada Síndrome de Hubris, está empezando a contemplarse como un subtipo del trastorno narcisista de la personalidad (clúster B del DSM-IV). Estos terribles desajustes tienden a ser más probables cuanto menos emocionalmente inteligente sea el ambiente laboral; cuanto peor ajustadas estén las capacidades personales respecto al puesto que se ocupa y, sobre todo, cuanto menos ético y responsable sea el repertorio de conductas que utilizamos para satisfacer los deseos básicos organizacionales.

        El desarrollo de la IE ha demostrado ser un método valioso para fomentar el reconocimiento y manejo de las propias emociones y para estimular la empatía con los demás. Aumenta la resiliencia, reduce los niveles de estrés y mejora el bienestar. Las investigaciones indican que un óptimo desarrollo de las competencias emocionales facilita estados más propicios y reduce la duración de los estados de ánimo o sentimientos desfavorecedores.

        Con frecuencia, las personas que rendimos con solvente eficacia en circunstancias normales, podemos descarrilar, desmotivarnos, quemarnos o, incluso, incurrir en conductas de dudoso civismo cuando nos encontramos desbordadas emocionalmente.

        La inteligencia emocional estimula la adopción de enfoques humanistas que acerquen, de manera adaptativa y respetuosa, al logro de resultados de la organización de acuerdo con su propósito y teniendo las personas muy en cuenta. Como decía Xavier Marcet4 recientemente: “no es cuestión de dar resultados a cualquier precio”.

        Sin embargo, podemos estar próximos a la casilla de salida en la integración de las competencias emocionales. Es normal, a lo largo de nuestra educación reglada recibimos poca y muy rudimentaria formación que nos sirva de guía para convivir adecuadamente con nuestras emociones. Generalmente nos confunden, desbordan, inmovilizan o distraen. Lo cierto es que contamos con muy poco apoyo para saber qué hacer con nuestras emociones, sobre todo si lo comparamos con el tiempo que dedicamos a nuestro desarrollo técnico o racional. Esto no suele cambiar durante nuestra trayectoria profesional, siendo las emociones un área desatendida, lo cual genera muchas dificultades y pérdidas en las organizaciones, no solamente económicas, también en lo relacionado con el talento.

        Personalmente confieso que hasta hace unos de quince años yo mismo rozaba considerables niveles de analfabetismo emocional. Este es un camino largo, con muchos vericuetos por recorrer y disfrutar. Es bueno plantearse en qué etapa del camino estás y en cuál está el conjunto del sistema organizativo en el que te integras. Y si escoges avanzar, estaremos encantados de acompañarte.

         

        Referencias:
        1 La salud mental en el trabajo (OMS, 28 sept 2022).
        2 Spector, P. E., & Johnson, H. M. (2006). Improving the definition, measurement, and application of emotional intelligence. In K. R. Murphy (Ed.), A critique of emotional intelligence: What are the problems and how can they be fixed?, pp. 325–344, Mahwah, NJ: Lawrence Erlbaum.
        3 Entrevista a Luis Huete, profesor del IESE Business School (16 septiembre de 2016).
        4 Entrevista a Xavier Marcet en The New Barcelona Post (6 de nov de 2022).